Partimos de la base de que todos nosotros, da igual nuestra profesión o posición social, somos propietarios, y el derecho de propiedad, tan arraigado en nuestra sociedad, nos hace conscientes de que poseemos algo y lo debemos cuidar y proteger frente a terceros.
Viviendo en comunidad nos enfrentamos, por una parte, a los vecinos que consideran que su vivienda comienza en la puerta de su casa, y por otra parte, a los que consideran que su vivienda comienza en la puerta de la finca, debiendo por tanto cuidar todos los elementos comunes buscando siempre el consenso de todos los propietarios (perdón, eso es imposible, hablaremos por tanto de mayoría).
A partir de ahí, encontramos:
Vecinos que, preocupados seriamente por la comunidad, aportan su tiempo y energía en realizar proyectos de mejora para que todo funcione correctamente. En toda comunidad, existe algún propietario de este tipo, al que casi nunca se le agradece suficientemente su trabajo.
Vecinos que colaboran correctamente en el buen funcionamiento de la comunidad, abonando puntualmente los recibos y acudiendo a las juntas a las que se les convoca, intentando de esta forma mantener la buena armonía de la comunidad siendo conscientes normalmente de que para que las cosas funcionen hay que dedicar aunque sea un poco de tiempo en cuidar toda la finca. Este tipo de vecinos son la mayoría.
Vecinos que pasan totalmente de la comunidad, y hacen caso omiso de citaciones… Dentro de este grupo suelen ubicarse los morosos, aunque se trate de una minoría. Les da exactamente igual lo que se haga en la finca, pero luego suelen quejarse frente al administrador o el resto de vecinos. Por supuesto, no se puede generalizar.
Y finalmente, llegamos al tipo de vecinos, que por desgracia suele existir uno en cada finca: el señor no. Se trata de personas que poseyendo tiempo viven obsesionadas por la finca acudiendo a todas las juntas para expresar su negativa frente a todo lo relacionado con la comunidad, sin aportar soluciones a los problemas. Nunca están contentos por mucho trabajo y muchas mejoras que se realicen y normalmente basan su actitud en enfrentamientos pasados con el resto de vecinos.
A pesar de todo, hemos de decir que conocemos comunidades en las que todos los vecinos se llevan bien, de hecho tan bien que realizan actividades propias más de amistad que de vecindad, como ir de cena, etc.
Aprovechamos para pedir disculpas por esta valentía y, si así nos lo permitís, seguiremos aprendiendo sobre el comportamiento vecinal.
En siguientes artículos hablaremos sobre: las reuniones vecinales, el trabajo del administrador visto desde la oficina, y relataremos las anécdotas que más nos han marcado en nuestra vida profesional.
Un cariñoso saludo.